Es uno de los sitios tradicionales y de referencia en las vacaciones veraniegas en la Costa Atlántica Portuguesa. Visitada no solo por portugueses, porque paseando por sus calles nos podemos encontrar con diferentes nacionalidades, principalmente franceses, españoles e ingleses, pero también italianos, alemanes, andorranos,…
Su proximidad a Fátima, hace que esta ciudad sea una parada obligatoria muchos de los visitantes del interior que tras su visita al lugar y sus rezos y plegarias, se acercan a ver el mar y a hacer algunas compras típicas.
A pesar del importante turismo presente en la zona, Nazaré conserva aún parte de sus encantos tradicionales. Aún es posible ver a gran cantidad de mujeres usando su vestimenta tradicional compuesta por siete faldas mientras reparan las redes, secan pescados en la playa, te alquilan apartamentos o te venden cualquier cosa.
Nazaré está dividida básicamente, en tres zonas bien definidas:
- Zona del puerto: visitada por navegantes y pescadores, incluidos aquellos aficionados a la pesca que quieren practicar su deporte favorito, en aguas marinas más tranquilas al abrigo del puerto.
- Su extensa playa perfectamente acondicionada y con sus típicas “barracas” para proteger a los bañistas del sol y del viento en los días playeros. Lugar muy recomendable para el baño cuando llega el calor.
- Zona elevada denominada “Sitio”, desde donde se disfruta de unas espléndidas vistas de toda la playa y de la ciudad, así como del Atlántico en su estado más puro. Abajo, El mar golpea con furia las rocas al mismo tiempo que acaricia la playa. Próxima a esta plataforma se encuentra el fuerte de San Miguel, que acoge el faro que ayuda y guía a los pescadores.
La conexión entre la zona de playa y el sitio se hace a través de un tren-elevador, construido a finales del siglo XIX y que sirve para unir la parte baja de Nazaré con el promontorio del Sitio.
Os reproduzco en esta entrada, parte de un texto escrito por el afamado columnista y escritor del HOY, J. R. ALONSO DE LA TORRE, que apareció en dicho periódico el día 27/07/2010 (http://www.hoy.es/v/20100727/badajoz/nazare-playa-nuestra-20100727.html), en su columna diaria, COSAS QUE PASAN, y que tituló, “NAZARÉ, PLAYA NUESTRA”:
“… Nazaré es una de las muchas playas extremeñas. Al igual que en Punta Umbría, Vilanova das Mil Fontes o Sesimbra, vas por el paseo marítimo y siempre te encuentras con algún colega de tu pueblo, que te saluda con un cariño que no prodiga en tu pueblo. Nazaré es ese típico pueblo playero donde la gente se compra zapatos a las 12 de la noche, el mercado abre los domingos, las misas duran una hora porque el cura aprovecha para hacer pastorado internacional y las calles huelen a sardinas a la brasa. Aunque dicen que con la crisis huele más a pollo asado que a sardinas. Si en Nazaré no hiciera viento, la playa no tuviera resaca y el agua no estuviera tan fría, tendríamos a cuatro horas de casa uno de los principales destinos turísticos de Europa. Con esos condicionantes, la villa es elegida únicamente por turistas que buscan el fresco y no son acérrimos de la arena. A pesar de todo, en la playa hay más de mil casetas que se alquilan a seis euros el día y dejan al ayuntamiento una fortuna veraniega que se reinvierte en limpieza, festejos y acondicionamiento. Nazaré tiene dos partes: el pueblo, junto a la playa, repleto de restaurantes, casi todos iguales con sus arroces de marisco para dos a 22 euros, sus langostas a 40 euros el kilo, sus pescados grelhados a 9 euros y sus almejas a 12 la ración. En lo alto está el Sitio, al que se sube en un elevador del XIX. Allí es donde me pierdo si me llevan a Nazaré. Un café, un periódico, el horizonte y a vivir. Prefiero la sobriedad del Alentejo interior, sus olores, su paisaje, su gastronomía. Y si hay que ir a la playa, voy, pero que sea a Nazaré…”
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